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El avistaje embarcado de ballenas es la estrella del turismo internacional y local en Puerto Madryn y Puerto Pirámides.
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Con el avistaje de ballenas y de la fauna patagónica como abanderados, Chubut se prepara para otra temporada estival exitosa.
Hasta diciembre podrán observarse en la costa de Puerto Madryn y Puerto Pirámides a ballenas francas australes reproduciéndose y amamantando crías.
Se trata de cetáceos de 15 metros de largo y 50 toneladas de peso que se pasean mansamente en la zona de los golfos Nuevo y San José. El avistaje es una actividad que durante las últimas temporadas ha atraído a más de cien mil turistas argentinos y del mundo entero.
Seguridad
Hoy, a más de 30 años de los inicios de la actividad de avistaje de ballenas, hay seis empresas habilitadas por el Gobierno de la provincia que cuentan con embarcaciones con capacidad para llevar a 70 personas y están equipadas con la mejor tecnología y con todos los elementos reglamentarios para brindar total seguridad a los embarcados.
Décadas atrás no se acercaban tantas ballenas a la zona como ocurre ahora, por lo cual el avistaje se limitaba solamente a los meses de octubre y noviembre. En la actualidad, la temporada de avistajes se extiende desde comienzos del mes de junio hasta diciembre.
Península Valdés, declarada en 1999 Patrimonio de la Humanidad, es el lugar de mayor concentración mundial de esta especie de ballenas, y esa es la razón por la que está garantizado encontrarlas cuando las embarcaciones bogan mar adentro.
También es posible ver a estos magníficos animales desde la costa, aunque nada se compara con la familiaridad y cercanía que se logra desde las embarcaciones.
¿Qué es lo que se puede ver? La imagen de la cola de ballena emergiendo del mar que ha recorrido el mundo entero y que es icono emblemático de la existencia de las ballenas es sólo una mínima muestra de la experiencia de aproximarse a ellas y ver cómo se relacionan, cómo se desplazan, su actividad social, y esa relación tan particular con tonos de afecto, ternura y simpatía que tienen con el hombre.
Lo que se puede ver es un capítulo en la vida de estos gigantes del mar, en su hábitat natural, en el lugar del mundo que han elegido por tener las condiciones necesarias para cumplir con una importantísima etapa de sus vidas y por lo que regresan año a año: la de procrearse, reproducirse y dar las primeras lecciones de vida a sus crías para que, al año siguiente, en ese mismo lugar, sigan solos su camino.
La experiencia
El avistaje embarcado dura como mínimo una hora y media, dependiendo de las condiciones climáticas, la época del año y la cantidad de ballenas que haya en la zona.
Antes de subir a la embarcación, cada persona es provista de una capa impermeable y de un chaleco salvavidas; una vez ubicados todos, la lancha se aproxima al mar, a las zonas donde pueden observarse ejemplares de ballenas franca austral. Ya inmersos en las aguas, un guía especializado brindará información acerca de las características y las costumbres de las ballenas.
En el transcurso de los minutos, los embarcados podrán ver cómo las ballenas se deslizan por debajo de la embarcación y se acercan de manera pacífica y amigable. Cuanto mayor es la edad de los animales, más confianza tienen con las embarcaciones y mayores las chances de verlos de cerca.
Las apariciones de las ballenas se miden en violentos coletazos, la expulsión del aire de sus pulmones con chorros de agua en forma de «v», los saltos y los acercamientos.
Miradores
Si bien las ballenas «siempre están», hay dos opciones para tener en cuenta a la hora de elegir «esa postal ideal» para ver a las ballenas. En la costa de playa El Doradillo, a 15 minutos del centro de Madryn, cuando la marea está alta y el mar calmo, se pueden apreciar las ballenas desde muy corta distancia.
La otra opción es hacer el avistaje en embarcaciones preferentemente a la mañana temprano o al atardecer, para aprovechar la puesta del sol sobre el mar.
Ésta es una salida especial denominada Sunset; es un poco más larga que las habituales y brinda el escenario ideal para los que buscan de esta experiencia lograr la mejor de las postales: las ballenas bañadas de los cálidos tonos del atardecer sobre las destellantes aguas del mar que las alberga.
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