Becado por el gobierno de los Estados Unidos, continuó sus estudios sobre
educación para sordos, ciegos y discapacitados mentales.
En 1940 fue el fundador y director de la Escuela de Enseñanza Especial que lleva su
nombre, localizada en Guadalupe, San José, a la cual se dedicó en cuerpo y alma
toda su vida.
Durante estos años su lucha se extendió por el istmo, para contribuir con la
fundación de centros similares en Nicaragua (1945), Guatemala (1946), Panamá
(1946), Honduras (1950) y El Salvador (1950).
Asimismo, en nuestro país, fue promotor de la creación de las escuelas especiales
de San Carlos y San Isidro de El General.
A su cargo tuvo la formación de los primeros maestros de esta área. También
laboró entre 1962 y 1963 como profesor y director del primer plan de capacitación
de maestros en educación especial, ofrecido en la Facultad de Educación, con lo
cual también contribuyó a sembrar la semilla del conocimiento para el surgimiento
de esta disciplina en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Después de pensionado, trabajó voluntariamente coordinando el Departamento de
Terapia Rehabilitativa, del hospital nacional psiquiátrico, durante 12 años.
En sus aulas han recibido una educación cientos de costarricenses que enfrentan
problemas de diversa índole.
Como escritor, Centeno Güell, se inició como poeta a los doce años, y escribió 11
libros, que comenzó a publicar cuando tenía 17 años. Sus libros tratan sobre
aspectos sociales, educacionales y literarios.
En 1926 publica su primera obra lírica “Lirios y cardos”, seguido en 1927 por “La
mendiga del pinar”, hasta completar 18 obras publicadas en este campo, entre ellas,
“Carne y espíritu”.
Por algún tiempo permaneció en silencio hasta que, en 1950, cuando retorna a las
letras, publica “Signo y mensaje” y “Evocación de Xande”. De 1953 es “Rapsodia de
Anglae”, poema pastoril, escrito en forma escénica y en prosa. Este fue inspirado
en el modelo de las antiguas rapsodias griegas.
En l974, “Fábula del Bosque” y en 1975 “Intima Búsqueda”. Otra de sus notables es
“El Ángel y las imágenes”, extenso poema en que el autor rinde tributo al ángel
como símbolo que vino a reemplazar, en la poesía contemporánea, al cisne en la
época modernista.
También escribió artículos y ensayos de su especialidad en periódicos y revistas.
Miembro de la Academia Costarricense de la Lengua y hombre de vasta cultura, don
Fernando recibe en 1989 el máximo galardón en ese campo que la Patria otorga, el
Premio Magón de Cultura.
Debido a su prolífera producción en el campo de las letras, le valió el otorgamiento
de premios y distinciones dentro y fuera del país, como la Encomienda de la Orden
Isabel La Católica, otorgada por el Rey de España (1989); Andrés Bello (1990);
Venera de la Academia Costarricense de la Lengua; Venera de la Real Academia
Española de la Lengua, y numerosas distinciones honoríficas.
En 1990 recibe además el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Costa Rica,
y de la Medalla al Mérito que le otorga el gobierno de Luis Alberto Monge (1878-
1982).
Fue miembro, también, del Comité Ejecutivo de la Comisión Costarricense de
Cooperación con la UNESCO, secretario de la Comisión Costarricense del Quinto
Centenario del Encuentro de Dos Mundos, vicepresidente del Instituto Costarricense
de Cultura Hispánica y vicepresidente del Comité Nacional de Salud Mental.
Centeno estuvo entregado a su vocación toda una vida, en la que privó siempre un
profundo sentido de honestidad.
Sus restos fueron velados en las instalaciones de la escuela que fundó y para la cual
vivió siempre. Partió el día en que Costa Rica celebraba un aniversario más de su
independencia, en una mañana lluviosa. Fallece a los 86 años siendo el insigne
precursor de la enseñanza especial en Costa Rica.
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