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INTRODUCCIÓN - COSMOLOGÍA Y TEORÍA DE LOS POLIEDROS EN PLATÓN (Por P. Melogno)

 

a cosmología platónica trata de ofrecer una "narración verosímil" acerca de la formación del cosmos, utilizando para ello tanto elementos míticos (que hagan comprensible a la mayoría la adquisición de estas "conjeturas") como doctrinas y explicaciones propias de otras escuelas filosóficas: el pitagorismo, el atomismo (Empédocles), etc.

A diferencia de la idea de creación, prropia del cristianismo, los griegos no podían concebir que algo pudiera surgir de la nada (ex nihilo), por lo que presuponían la preexistencia de ciertos elementos (eternos o fuera del tiempo) a partir de los cuales pudiera originarse el mundo.

Platón, en el Timeo, subordina su concepción cosmológica a la teoría de las ideas: éstas son el modelo del cual participan (para ser) e imitan las cosas del mundo sensible, y por lo tanto, también el cosmos mismo, ya que éste también pertenece al mundo sensible:

"(el cosmos) ha nacido, puesto que es visible y tangible y tiene cuerpo. En efecto, todas las cosas de este tipo son sensibles y todo lo que es sensible y se aprehende por medio de la opinión y la sensación está evidentemente sujeto al devenir y nacimiento" (Timeo, 28, c).

Y puesto que todo lo que nace ha de tener una causa de la que dependa, el cosmos precisará necesariamente de una: el Demiurgo, Dios artesano, causa activa, inteligente y productora del cosmos.

El Demiurgo es "dios" porque es bueno y sabio, a diferencia de los hombres que sólo pueden ser filósofos. Pero, en contraposición al cristianismo, este dios no es omnipotente porque no crea el mundo a partir de sí mismo, utilizando únicamente su inteligencia y saber hacer (techné): ha de contar con tres elementos preexistentes y distintos de él:

1. Las ideas, perfectas y eternas, verdadero modelo que el Demiurgo intentará plasmar (materialmente) con su saber hacer.

2. una masa material, caótica, indiferenciada y móvil. La materia, por sí misma, no es nada más que negatividad, indeterminación, limitación. No puede ser asimilada a "material" ya que éste supone estar determinado de antemano por una idea o forma que lo haga ser algo concreto (madera, carbono, poliuretano, etc.) Todos ellos, en tanto materiales, son algo determinado, es decir, poseen de hecho una esencia (idea) que podemos identificar.

3. El espacio preexistente, receptáculo universal que albergará la diversidad de los seres generados:

"Finalmente existe siempre un tercer género, el del lugar: no puede morir y brinda un sitio a todos los objetos que nacen" (Timeo, 51, c).

Así pues, el Demiurgo, teniendo como modelo el mundo de las ideas, ordena la materia en el espacio siguiendo el Modelo eterno, reproduciendo el mundo inteligible materialmente de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que ha de contar con la indeterminación y negatividad que introduce lo material: causa de la imperfección, el devenir, la muerte y la inestabilidad propias de todo lo sensible.

Este mundo es por ello, copia e imitación del verdadero mundo de las ideas, que es eterno, perfecto e inmaterial: un "viviente inteligible" como lo denomina Platón, característica que le otorga más perfección aún, si cabe:

"Así, pues, el Dios, habiendo decidido formar el mundo lo más posible a semejanza del más bello de los seres inteligentes y de un Ser en todo perfecto, ha hecho de él un viviente único, visible, conteniendo en su interior a todos los vivientes que son, por naturaleza, de la misma clase que él." (Timeo, 30, c).


El cosmos es concebido como un gigantesco ser vivo, animado por un alma inteligente que es su principio de movimiento y de orden: el Alma del Mundo, primera producción del Demiurgo.

De todo ello se desprende que Platón rechazara el mecanicismo de ciertos filósofos presocráticos, que explicaron la formación del cosmos a partir de causas exclusivamente materiales (fuego, agua, átomos, etc.).

El Demiurgo creó el cosmos de acuerdo con un fin: las ideas, el mundo inteligible. Son estos los que explican por qué el mundo es así y no de otra manera. Su explicación teleológica considera que las ideas son la causa y el fin del cosmos: las ideas no sólo determinan el ser y el orden del mundo (puesto que son su determinación, su modelo) sino también su fin: la idea está presente como meta, fin, en "la mirada" del Demiurgo cuando éste produce el mundo.

"Dígase en buena hora que si yo no tuviera huesos ni nervios y otras cosas semejantes, no podría hacer lo que juzgase conveniente; pero decir que estos huesos y estos nervios son la causa de lo que yo hago, y no la elección de lo que es mejor, para lo que me sirvo de la inteligencia, es el mayor absurdo, porque equivale a no conocer esta diferencia: que una es la causa y otra la cosa, sin la que la causa no sería nunca causa; y por lo tanto, la cosa y no la causa es la que el pueblo, que camina siempre a tientas y como en tinieblas, toma por verdadera causa, y a la que sin razón da este nombre. He aquí por qué unos consideran rodeada la tierra por un torbellino, y la suponene fija en el centro del mundo; otros la conciben como una ancha artesa, que tiene por base el aire; pero no se cuidan de investigar el poder que la ha colocado del modo necesario para que fuera lo mejor posible; no creen en la existencia de ningún poder divino, sino que se imaginan haber encontrado un Atlas más fuerte, más inmortal y más capaz de sostener todas las cosas; y a este bien, que es el único capaz de ligar y abrazarlo todo, lo tienen por una idea vana". (Fedón)

El cosmos, al ser copia del "viviente inteligible", adopta la forma geométrica más perfecta: la esfera, "la figura que contiene en sí todas las posibles". Además de esférico, es también único (No hay pluralidad de mundos, contra Demócrito) y armonioso: el optimismo metafísico en Platón se deja entrever en la afirmación de que este es el mejor de los mundos y el más bello de los posibles, creado simultáneamente con el tiempo.

No hay un tiempo anterior a la creación el cosmos. El tiempo surge junto con él y es la copia móvil de la eternidad inmóvil del mundo eidético:

"Por esta razón su autor se preocupó de hacer una especie de imitación móvil de la eternidad y, mientras organizaba el cielo, hizo, a semejanza de la eternidad inmóvil y una, esta imagen eterna que progresa según las leyes de los números, esto es lo que llamamos nosotros el tiempo". (Timeo, 38, a)

Una vez ordenada la materia por el Demiurgo, éste produjo los cuatro elementos fundamentales a partir de los cuales surgen los cuerpos o objetos físicos: fuego, aire, agua y tierra. Todos ellos se corresponden con una figura geométrica regular: el tetraedro (fuego), el octaedro (aire), el icosaedro (agua) y el cubo (la tierra). Esta concepción toma como modelo las teorías pitagóricas de los poliedros.



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