Tras el intercambio de los productos que traían por oro y plata sobre todo, los comerciantes reemprendían el camino de vuelta hacia Asiria. En todos los pasos efectuados habían de abonar impuestos, tanto de las autoridades asirias como de las anatolias.Ello representa una ganancia sustanciosa y, al tiempo, como todo el comercio, un intercambio de monedas, cambios y transacciones presididos por una notable capacidad numérica.