Escribían sobre tablillas de arcilla blanda de alrededor de 10 cm, utilizando un palo fino que adelgazaban en la punta. Cuando la arcilla se secaba, era cocida en hornos para que quedara firme y no se borrara lo escrito. Como resultaba más fácil trazar líneas rectas, con el tiempo se simplificaron los ideogramas figurativos a signos similares a cuñas o clavos que representaban sonidos. La escritura cuneiforme fue adoptada por todos los pueblos que poblaron la región y también por los vecinos. En el segundo milenio a.C. llegó a ser usada por toda el Asia occidental.