Mientras los usuarios conocemos a
Google como una herramienta fundamental que ha revolucionado la era digital, una
página que nos provee de información organizada y que permite navegar por las
páginas de Internet de todo el mundo; hay profesionales que han investigado y
siguen investigando esta compañía porque saben que todo no es tan bueno como
parece.
Este argumento se puede resumir
en datos específicos que no todos conocemos como “el fichaje multimillonario
del directivo de Microsoft Kai Fu-Lee, depositario de importantes secretos
industriales, o la oferta de 50 millones de dólares a AOL a cambio de romper su
contrato con Yahoo!”. También sabemos que entre las bondades que Google difunde
de sí misma no están las 133 webs censuradas en Europa, el sometimiento a las
presiones censoras del Gobierno chino o la cancelación de la publicidad del
grupo ecologista Oceana 36 para evitar problemas con uno de sus inversores: la
Royal Caribbean Cruise Lines. Solo tres ejemplos de cómo Google Corporation
viola los principios de neutralidad y libertad de acceso y expresión en la Red
para salvaguardar sus propios intereses. Parece que esta empresa entiende
perfectamente cómo deshacerse de sus problemas y para mantener su negocio
seguro. Pero no siempre el dinero arregla todo, esto en algún momento terminará
y no falta mucho para que ese día llegue.
La
realidad es que este tema es muy polémico y da para largas discusiones. Por eso
es importante concientizarnos de lo que está sucediendo. Como usuarios de
Google, que le ofrecemos diariamente información, con solo utilizar el
buscador, tenemos derecho a saber que ocurre con ella.
Conociendo
un poco más a Google como empresa sabemos que, en su estrategia de expansión,
Google también se aprovecha de la filosofía del software libre para su propio
beneficio. Hace un uso selectivo del código abierto para modificar programas
cuyas mejoras no hace públicas, pone a disposición libre de los programadores
herramientas que le permiten controlar y apropiarse del trabajo realizado con
ellas, y ofrece a sus trabajadores un 20% del tiempo de trabajo para
investigaciones propias, que pasan a ser propiedad exclusiva de la empresa.
Desde que en 1996 Larry Page y
Sergei Brin desarrollaron uno de los algoritmos más famosos y mejor guardados
del mundo, el Page Rank(TM), Google ha consolidado su carácter de gran empresa
hasta convertirse en el principal aspirante al monopolio de la información en
la era digital. Esto en parte es posible gracias a los inmensos ingresos
proporcionados por un modelo de publicidad personalizada, basada en los
perfiles que la máquina Google dibuja de los usuarios, utilizando el rastro que
éstos dejan con el empleo diario del buscador y otros servicios de uso
gratuito. El colectivo Ippolita muestra la clara ambición hegemónica de Google
y, con ella, uno de los principales peligros de nuestra era: la concentración
en unas pocas manos del acceso a la información y la tecnología, poniendo en
riesgo un sinfín de derechos ya coartados en el mundo material y seriamente
amenazados en el espacio virtual.
La imagen sobria y luminosa de
su página principal oculta un reverso más prosaico y turbio en el que se
adentra El
lado oscuro de Google. “Don’t be evil” (no seas malo), el lema de
cabecera de la multinacional que quiso ser un «gigante bueno», entra en abierta
contradicción con la agresividad de su política empresarial.
Éste
libro revela verdades muy bien ocultadas por años, y nos cuenta las
repercusiones que han tenido al salir a la luz.
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